Confieso que no me gusta el nombre “4ta Revolución Industrial” para referirnos a esta gran ola de progreso tecnológico que está arrasando cada faceta de nuestro mundo. Ese nombre nos hace pensar que esto es simplemente una versión más rápida, más barata y más inteligente de las tres olas de la Revolución Industrial que han llevado a la humanidad hasta este momento. Nos tienta a pensar que sólo debemos comprar la próxima tecnología, incorporarla en nuestra organización y hacer ajustes marginales a nuestros procesos. Sin embargo, ese tipo de progreso es lineal, y ¡estamos entrando a una fase de progreso exponencial!
Los computadores siguen duplicando su capacidad cada 18 meses (Ley de Moore) y los servicios digitales continúan siendo adoptados por más y más personas en todo el mundo. Las llamadas “tecnologías exponenciales” incluyen inteligencia artificial (AI), realidad aumentada y virtual (AR, VR), ciencia de datos; biología, biotecnología, medicina, nanotecnología y fabricación digitales, entre otras.
Considerando su esencia, la causa raíz de este gran cambio, pienso que es mejor llamar a este momento como ‘La Gran Revolución Digital’. El software se está comiendo al mundo… Incluso las industrias que se enfocan en productos físicos (átomos) se están integrando con software (bits). Por ejemplo, Tesla construye autos (átomos), pero con una actualización de software (bits) ha podido cambiar el sistema de aceleración en sus autos y agregar la funcionalidad de piloto automático.
Esta Gran Revolución Digital está demoliendo nuestra sabiduría acerca de cómo funciona el mundo y cómo debería estructurarse. Las empresas menos ágiles están quedando atrás, siendo reemplazadas por emprendimientos audaces. Los innovadores están creando y capturando estas nuevas oportunidades. Es un punto de inflexión radical que brinda a la humanidad la oportunidad de corregir muchos de los desequilibrios, injusticias e inequidades que han surgido a causa de la Revolución Industrial.
Para lograr todo el potencial se requieren ideas nuevas y diferentes. Necesitamos una nueva arquitectura mental dispuesta a crear, tomar riesgos y experimentar el camino hacia el futuro. Debemos ser conscientes del hecho de que el ritmo del cambio es demasiado rápido y dinámico para paralizarnos con ciclos de desarrollo prolongados. Los nuevos niveles de colaboración -a nivel global, utilizando APIs, interfaces de programación automatizadas- entre las partes interesadas, están acelerando el progreso. Las nuevas habilidades y competencias digitales se están volviendo críticas, y las formas innovadoras de tratar con grandes cantidades de datos (que dan origen a la empresa inteligente), se convertirán en el cerebro de cada empresa.
Debemos desarrollar las capacidades humanas necesarias para prosperar en tiempos revolucionarios; i.e. pasión, creatividad, perseverancia, colaboración, empatía y el coraje para desafiar el estado actual de las cosas, sobre la base de una profunda comprensión de hacia dónde se dirige el mundo. Esta Gran Revolución Digital nos brinda la oportunidad de volver a pensar lo que realmente significa el ser humano, andar con más ligereza en este planeta y reemplazar las prácticas inútiles con la agilidad y conveniencia de la información digital. Podemos construir empresas inteligentes que operen redes comerciales de manera mucho más efectiva; responder con velocidad a los eventos, y de esa forma entregar una óptima experiencia a los clientes y al mismo tiempo hacer un buen uso del capital, los recursos físicos y la capacidad humana.